Liderazgo: nuestra capacidad para hacer florecer el desierto
Del enseñar al involucrar
Inspirada por Sir Ken Robinson
El 2012 se llevó a cabo el último encuentro internacional de la Federación Internacional de Coaching – ICF. La Conferencia fue en Londres, Inglaterra y tuve la suerte de asistir como parte de esta gran comunidad de profesionales en el mundo en representación del Directorio de ICF-Chile. Asistieron cerca de 1800 profesionales de todo el mundo y tuvimos el placer de contar con tremendos charlistas, los tres principales: Sir Ken Robinson, Brené Brown y Camila Batmanghelidjh.
Los tres estuvieron magníficos, dirigirse a una comunidad de 1800 personas no es tarea fácil y cada uno, en su estilo, nos desafió, inspiró y removió células que puede que estuvieran dormidas hasta ese momento.
En mi caso, siendo una educadora en la médula y haciendo un camino al descubrir que el aprendizaje esta en cada uno de nosotros y muchas veces venimos con grandes experiencias que constituyen nuestro propio bagaje de conocimiento, he ido moviéndome de la enseñanza al aprendizaje en todo el espectro de mi quehacer.
Hoy, el aprendizaje se ve desafiado por las estructuras que lo sostienen, algunas ya caducas – estilos de enseñanza de hace dos siglos, la incapacidad de dedicarnos a los individuos como tales y tratar de sistematizar no respetando y agrupando los intereses de los individuos que tengo en sala.
Todos estamos en constante aprendizaje, la manera en que lo vivimos es el desafío, la manera en que permitimos que nuestros hijos florezcan es una decisión activa, instalar la “no-conformidad responsable” como manera de cuestionar el status quo y crecer celebrando la “gran cantidad de talentos que tienen” los individuos, es el desafío.
Como organizaciones productivas, estamos en constante aprendizaje. Aprendizajes de procesos, nuevas herramientas, nuevos diseños organizacionales y tantos otros. La manera en que enfrentamos este aprendizaje se ancla a temprana edad a través de un mentor/profesor/inspirador/desafiador/. Si este facilitador del aprendizaje solo mantuvo la línea del “deber ser”, el profesional adulto puedo no sentirse inspirado ni creer que tiene algo que aportar por miedo a equivocarse, por juzgar que no vale la pena o sencillamente por mantener el bajo perfil que lo cuida dentro de la masa.
Y entonces cuando vamos a contratar a alguien, a quién buscamos? Al desafiador, que piensa fuera de la caja, que innova? o aquel que hace lo que le dicen y reproduce la tarea creativa como si trabajara en la línea de ensamblaje y fuera el inspector N° 57?
La verdad es que necesitamos a los dos, el tema es entender qué le puedo pedir al primero y cómo puedo inspirar al segundo, para que florezca.
Pensemos en el desierto de Atacama, que una vez al año florece dado el fenómeno climático local. El resto del año está dormido, pero con la cantidad suficiente de precipitaciones, el contexto adecuado permite que lo inesperado ocurra – flores de múltiples colores se toman el desierto más árido del mundo.
Imaginemos que ese desierto son nuestros hijos, los niños y niñas de nuestro entorno, los miembros de nuestros equipos de trabajos a quienes lideramos, guiamos y tratamos de inspirar. ¿Cómo logramos manifestar la precipitación que requieren para florecer y prosperar? Si las condiciones son las adecuadas, la primavera se manifiesta. El rol del liderazgo es generar el sistema adecuado para que esto ocurra.
Por lo tanto, si deseas tener equipos innovadores, desafiantes, inspirados, sé el que mueve y promueve. Sé el que genera aprendizaje en primera persona.
Les dejo esta cita inspiradora de Benjamin Franklin: “Tell me and I forget, teach me and I may remember, involve me and I learn.” – “Dime y se me olvida, enséñame y puede que recuerde, involúcrame y aprenderé”
¡Que tengan un año florido!